- ¿Se puede saber que haces?
- Quiero invitarte a algo.
- ¿Invitarme? ¿Acorralarme en el baño y encerrarme aquí es una inviatión? ¡Apártate por favor y déjame salir!.
- Soy cliente de este local, no seas estúpida conmigo, solo quiero que te sientas bien.
- ¿Pero tu eres gilipollas? ¡Haz el favor de apartarte de la puerta!
Era la encargada de la barra de la terraza, su trabajo consistía en llevar el cambio, controlar el dinero de las cajas y formar los espectáculos de las 'gogos', estaba acostumbrada a tratar con clientes ligeramente bebidos. Alvaro se encargaba de su seguridad, "mi guardaespaldas preferido" así le gustaba llamarle, un cuerpo fibroso de dos metros, cabeza afeitada, a pesar de unas facciones muy duras, siempre le dedicaba una sonrisa cómplice, como diciendo: "No te preocupes estoy aquí", su sola presencia le daba seguridad en la noche.
Una de esas veladas, mientras él atendía una llamada por el auricular aprovechó la ocasión para ir al baño. Cuando se estaba lavando las manos un tío al que conocía de vista, cliente asiduo que solía dejar muchas consumiciones, tan enormemente grande como pesado, después de afirmar una y otra vez, noche trás noche, que no iba a ser suya nunca, pero con la paciencia y educación que requería su puesto excelentemente pagado ...
Se coló dentro del baño de las mujeres. Cuando se quiso dar cuenta se sintió levantada como una pluma por detrás, de malas maneras la había metido en uno de los pequeños habitáculos del baño.
- ¡Escucha ! Estate calladita si no quieres que me enfade contigo.
Bramó. Ella estaba furiosa, le miró a los ojos con cara de desprecio.
- Me importa un bledo que te enfades conmigo, déjame salir ahora mismo, tú y yo no tenemos nada que hablar y menos de esta forma.
-¡Que te calles de una puta vez!
De un salto se interpuso entre la puerta evitando que pudiera salir. El miedo empezó a invadirla aunque la furia y rabia se fundían en su interior. Debido a su larga experiencia en las relaciones con clientes desfasados, analizó rápidamente sus opciones, o forcejear como una loca e intentar salir, imposible puesto que su cuerpo era la tercera parte del suyo ... o mejor no enfurecerlo más y esperar una oportunidad. Él sacó de su bolsillo trasero una cartera, de ella una bolsita blanca, cogió una tarjeta de plástico, colocó la cartera encima de la tapa del inodoro, abrió la pequeña bolsita y tomó una pequeña cantidad de cristales de cocaína, usó su tarjeta de crédito las fue deshaciendo hasta alinearlas, sonriendo maliciosamente levantó su mirada hacia ella.
Estaba terriblemente asustada mirando fijamente lo que hacía mientras la tenía empotrada contra la pared obstaculizando la puerta para que no pudiera irse.
Construyó dos pequeñas rayas blancas con el polvo obtenido. Se incorporó y pasó la tarjeta por la boca de ella, apartó la cara a destiempo pero un polvo blanco ya había impregnado sus labios, al humedecer sus labios con la lengua una amargura recorrió su garganta e hizo que su lengua perdiera su sensibilidad.
- Me gusta mucho tu lengua pequeña....
Le susurró al oído dejando el rastro de una peste a alcohol que tumbaba. Sacó de su pantalón un billete de 50 €... lo enrolló cuidadosamente.
-¡Toma, esnífa! es muy buena.
- Ya sabes que no me drogo, no quiero.
- Alguna vez tendrás que probarlo... te gustará, no seas niña y esnífa.
Con el billete ya en su mano le miró e imploró con lágrimas en los ojos.
- ¡Por favor, no quiero meterme esa mierda!
- ¡Mira, ya me has cansado! ¡Estoy harto de ser bueno contigo y no recibir nada más que rechazos he insultos por tu parte! ¿Acaso crees que alguien te va a tratar mejor que yo? Además cuando a mi se me antoja una mujer... la consigo y punto. Así que ¡ponte el billete de una puta vez en tu nariz y esnífa!
Su voz empezó a quebrarse... sus ojos le miraron con odio y miedo y las lágrimas se escaparon sobre sus mejillas, no pudo evitarlo. El se ablandó aparentemente, secó las lágrimas con sus grandes dedos y la abrazó mientras susurraba.
- No llores mi pequeña, jamás te haré daño... mientras seas buena conmigo.
En ese momento ella recordó que de su minifalda colgaba el interfono que le mantenía en contacto toda la noche con Alvaro. Tenía tres botones. Uno para llamarle, otro para que ella le hablase a él y otro... para caso de emergencia.
Levantó la mirada y miró fijamente a su "secuestrador" e intentó poner en su boca las palabras mas dulces que su estado le permitía.
- Lo siento, soy una desagradecida. Le lanzó una sonrisa y empezó a besarle... lamío sus labios con su lengua todo lo húmeda y suave que pudo aguantando el asco que le producía. Le acarició la cara con gesto de ternura.
- Soy tonta, nadie mejor que tu va a cuidar de mi, (Solo con el hedor que salía de aquella garganta oscura una sensación de asco recorrió todo su cuerpo), pasada la sorpresa inicial, la abrazó tan fuerte que estuvo a punto de ahogarla y sin que él se diera cuenta... acercó su mano lentamente al interfono y apretó el localizador.
Cogío el billete y se puso de rodillas delante de la tapa del retrete, giró la cabeza hacia arriba y le sonrió timidamente a lo que él contestó con una sonrisa impregnada en cocaína y alcohol. Esnifó la raya de cocaína y la sintió recorrer todo su cuerpo hasta entrar en el estómago como un cuchillo afilado, originando en ella una pequeña arcada, al incorporarse su sensación de angustia llegó al límite, cuando vió que se había bajado el pantalón y tenía su enorme polla fuera.
Empezó a temblar en su interior, intentando que no se le notara, un mareo se añadió a las arcadas y le pareció entrar en un vacío que se adueñaba de su mente, con un hilo de voz le replicó.
- Tranquilo, métete tu raya, tenemos toda la noche.
Se llevó la mano a su imponente falo y me hizo saber lo orgulloso que se sentía de su cambio de actitud y el 'regalo' que le esperaba por haber complacido su deseo. Se arrodilló ante la taza, haciendo que yo quedara incrustada entre la cisterna y la pared. Una voz al otro lado de la pared se oyó la voz grave de Alvaro.
- ¿Olivia?
- ¡Estoy aquiiiiiiiiiiiiiii!!!
Gritó mientras los nervios se apoderaban de ella y sus ojos estallaron en lágrimas.
- ¡Cállate puta del demonio!.
Se incorporó y rápidamente tapó mi boca.
- ¡Está ocupado joder no molestes!
Gritó con fuerza. En ese momento ella reaccionó y con toda su rabia contenida le metió un rodillazo en toda la polla que le colgaba haciendo que su mano se la llevara a su entrepierna y dejando su boca libre.
- ¡Alvaroooooo ! ¡Estoy aquííí!
- ¡Aparta, furcia!
Rápidamente la incrustó contra la pared mientras él se incorporaba y le cruzó una bofetada que hizo salir de ella un grito inmenso mientras le ardía la mejilla.
-¡ Hijo de putaaaaaaaaaaaa !
Sintió de nuevo un fuerte golpe que la hizo caer al suelo ya que sus piernas temblaban y no aguantaron el peso. Un fuerte golpe se oyó en la puerta, otro y otro más, él la cogió del cuello y la levantó en vilo dejando su cuerpo suspendido en el aire. Sonó un terrible estruendo que hizo que la puerta cayera encima de él... soltando el cuerpo de ella y que fue a parar de nuevo el suelo.
Una luz la iluminó cuando vió a Alvaro allí, a pesar de la situación se sintió increiblemente segura, apenas pudo ver como se abalanzó sobre su verdugo, le propinó una patada en el estómago, sonó como un saco y se quedó tumbado, sobre si mismo, en posición fetal sin poderse mover. Alvaro por fin la cogió en volandas, una flotando entre sus potentes brazos, la levantó como si no hubiese gravedad sacándola del habitáculo. Viendo sus ojos impregnados en lágrimas y su cara roja por las bofetadas que aquel cabrón le había dado, la miró a los ojos y ella vió como algo insólito le pareció ver una lágrima brillante entre aquellas facciones tan duras.
- Mi pequeña. Ya ha pasado todo. Ya está todo bien. No quiero verte llorar mas.
La abrazó fuerte y la cogió en sus brazos ya que sus piernas no reaccionaban. La miró a la cara y secó sus lágrimas mientras le daba un beso la nariz casi con miedo, otro, otro y luego le pasó la lengua por la nariz Ella le miró extrañada, él nunca había hecho eso, la soltó y la metió en el retrete de al lado, antes de cerrar la puerta.
- Quédate aquí, no te muevas.
Cogió el intérfono y avisó a sus dos compañeros.
- ¡Venir al baño de la terraza!
Jamás nadie le había oído dar una orden así, aun siendo el jefe de seguridad, siempre hablaba con dulzura a sus compañeros. Sus pasos se acercaron al retrete de al lado. Se podían sentir sus zancadas fuertes pisando el suelo. Ella sintió de repente caer en otro mareo era como si de repente toda la rabia le hubiera salido a flote, una voz atronadora sonó en los lavabos.
-¡¿La has drogado?!
Se oyó un golpe seco.
-!Dime hijo de puta! ¿La has drogado? Se oyó como Alvaro golpeaba algo, a cada golpe un gruñido, se le oyó llorar por primera vez, se oyó como su voz normalmente imperturbable temblaba de rabia.
-Ahora vas a saber lo que es estar drogado.
jueves, 21 de mayo de 2020
Suscribirse a:
Entradas (Atom)